Unos 300 millones de niños y niñas menores de 5 años en el mundo sufren maltrato infantil. En España más del 25% de menores han sido víctimas de maltrato en sus hogares, por parte de alguno de sus padres o cuidadores. Menos del 10% de estos casos se denuncian.
En Junio de 2020 fue aprobada la ley orgánica de protección de la infancia y adolescencia frente a la violencia.
No nos damos cuenta de las consecuencias tan graves que tiene el maltrato infantil sobre los niños y niñas que lo sufren. Desde alteraciones neurológicas, que afectan al desarrollo de sus conexiones cerebrales, hasta todo tipo de consecuencias en el bienestar emocional psicológico de los niños y niñas. Aunque no lo creamos todo esto influye en las relaciones interpersonales, comunicativas e interacciones sociales en la edad adulta.
El maltrato infantil empieza con el primer azote o el primer grito
Cuantas veces se ha escuchado en conversaciones entre adulto, expresiones como:
— «Una cosa es moler a palos a un crío y otra, pegarle un azote suave en el culo».
— «Hay veces en las que un bofetón a tiempo evita males mayores».
— «Creo que la violencia física debe usarse, pero como última opción».
Tristemente, vivimos en una sociedad en la que 2 de cada 10 niños sufren castigos físicos y/o psicológicos en sus hogares, es decir, están sometidos a algún tipo de disciplina violenta de manera sistemática en casa.
Muchas familias creen que el castigo físico, como una bofetada o un azote, es necesario para educar adecuadamente a un menor e imprescindible para corregirlos en algo que hayan hecho mal, y no lo consideran maltrato infantil. A otros, sin embargo, aunque están en contra de esta práctica se les escapa la mano de forma involuntaria cuando la situación les sobrepasa.
Nuestra sociedad ha avanzado en la consideración ante otros tipos de violencia, pero no en la ejercida contra los niños y las niñas en sus propias casas, y a manos de las personas que se supone más se preocupan por ellos.
¿Por qué se portan mal?
Hay que tratar de averiguar las razones que hay detrás de un comportamiento difícil en un menor o puede ser simplemente que de alguna manera se haya alterado su rutina o que tenga hambre, esté cansado, aburrido o por alguna razón sobreexcitado, y quiera llamar la atención.
También puede ser que esté pasando por una situación que de alguna manera le provoque ansiedad. Como por ejemplo: el nacimiento de un nuevo bebe, cambio de domicilio o de colegio, divorcio de los padres, entre otros. Todas estas cosas se pueden prevenir fácilmente, pero en muchos otros casos las razones pueden ser más profundas.
Consecuencias del maltrato infantil
El castigo físico es muchas veces la causa de un descontrol emocional personal del adulto. Un desahogo momentáneo que en la mayoría de casos viene acompañado de un sentimiento de culpa y sensación de malestar.
Nadie concibe que si estamos en el trabajo y cometemos algún fallo o hacemos algo mal, recibamos un castigo físico por parte de nuestro jefe, aunque sea por nuestro bien. Por lo tanto en un niño esto debe ser igual.
Un bofetón, azote o tortazo, aparte de humillar al niño, dañarlo físicamente, también daña su autoestima. Esto no le enseña cómo hacer las cosas correctamente, este tipo de castigos genera violencia, rebeldía y temor de los niños hacia sus padres. En la mayoría de los casos, acabarán obedeciendo pero por miedo al castigo pero sin entender la razón, y por supuesto, impidiendo la comunicación con sus padres.
Las consecuencias del maltrato infantil las tratamos con frecuencia en nuestro gabinete. Como psicóloga ayudamos, tanto en edad infantil como en la edad adulta, a personas que se han visto envueltas en este tipo de situaciones como víctima o acosador.
Cuando el bullying empieza en casa
Todo lo mencionado le proporciona al menor un modelo que imitar y del que aprender. Sin quererlo estamos dando pie a que ese niño sufra bullying en el colegio o lo practique con otros niños.
El término bullying se refiere al acoso físico o psicológico que una persona o grupo de personas ejerce de forma intencionada y constante contra otra persona. Normalmente suele ser en grupo contra alguien en minoría.
Todo esto nos demuestra que las causas no están siempre relacionadas con el área escolar, sino con las personas del ambiente familiar del que provienen los acosadores o los acosados. En la mayoría de casos el abusador participa en lo que ve en su propio ambiente familiar. La agresividad que ejerce cualquier miembro de la familia proporciona conductas agresivas en los niños hacia otros.
En la mayoría de este tipo de casos se le resta la tarea del ambiente familiar a inculcar valores morales como son el respeto y la obediencia, estableciendo límites hacia las reglas de convivencia y autocontrol. Lo que se proporciona es ambiente de castigo físico y psicológico frecuente. Por lo que el menor desarrollará estas aptitudes como mecanismo de supervivencia y se convertirá en el acosador del colegio.
Aunque por otros casos, también es frecuente, que niños que soportan el maltrato en el hogar, puedan generar la incapacidad de defenderse por sí mismo.
Ya que no existe una cura contra el bullying, la mejor receta consiste en construir un hogar emocionalmente sano y estable. Un hogar donde cada niño se sienta seguro y protegido por su familia, así él podrá serlo con los demás.
Si no estás cómodo con las técnicas educativas que usas habitualmente, podemos ayudarte, otra forma de educación positiva es posible. En consulta ayudamos a los progenitores y a sus hijos, ponte en contacto llamando o a través del siguiente formulario.