Hay niños y niñas que se enfadan por todo. ¿Quieres conocer por qué tu hijo se enfada mucho? Conoce aquí por qué les ocurre esto y cómo se puede solucionar.
Si vuestro hijo/a suele enfadarse por todo o se sienten fácilmente ofendidos por cualquier cosa, podemos estar delante de un niño susceptible. Los niños susceptibles suelen ser muy quisquillosos y se enfadan con facilidad por pequeñas cosas que para un adulto pueden no tener tanta importancia.
Con una actitud susceptible, los niños reaccionan de una manera impulsiva, desproporcionada e inapropiada con llantos, enfados o con cierta agresividad.
Si vemos que el menor se enfada con facilidad y por cualquier cosa, hay que ayudarlo acudiendo a un psicólogo especializado en psicoterapia para niños, para poder controlar esas rabietas y que no desencadene en un problema mayor, como problemas para relacionarse con otras personas.
¿Qué es el enfado? Diferencia entre enfado y rabieta
El enfado es una emoción en la que se activa un sentimiento de disgusto, una mala disposición que se dirige hacia una persona o cosa en concreto y que se genera normalmente por algo que perjudica o va en contra de la persona.
La rabieta hace referencia a un gran enfado que se manifiesta de una manera violenta con gritos, irritación, agresiones, etc. Al contrario que el enfado, en una rabieta la persona que se encuentra en ese estado se autoconvencen de tener la razón y no caen en la posibilidad de ceder la razón.
A veces, sobre todo a edades demasiado tempranas, los niños tienen muchos comportamientos que los progenitores consideran «traviesos» pero no lo son. Conoce 5 malas conductas de los niños que no lo son.
¿Por qué mi hijo se enfada mucho?
Son muchas las causas por las que puede hacer que nuestro hijo se enfade.
Los niños, desde que nacen hasta los 3 años, se encuentran desarrollando la región orbitaria frontal del cerebro, que es la que se encarga de las funciones emocionales. Esto quiere decir que un niño pequeño de esta edad también puede estar estresado y de ahí generar el enfado. En esa edad no son capaces por ellos mismos de saber calmarse y necesitan la figura de un adulto para que regule esos comportamientos. A esas edades los niños todavía no saben controlar sus emociones y son totalmente dependientes de la figura materna o paterna.
En algunos caso se debe a la baja autoestima. Debemos saber que las emociones (incluido el enfado) están muy relacionados con la autoestima del niño. No tener una buena autoestima puede estar causado por inseguridades, miedos o una concepción negativa de si mismo.
Aunque, otra de las causas que también pueden generar esos enfados continuos y rabietas puede estar generado por algún tipo de trastorno encubierto como el TDH o TDA. Es decir, muchas de esas rabietas son causadas por una sobreestimulación sensorial a estímulos que les afectan más a la hora de gestionarlos.
¿Cómo actuar ante un enfado continuo?
Lo primero y más importante es que los padres entiendan que no deben enfadarse cuando sus hijos se enfadan. Debemos acompañarlos y estar calmados, comprendiéndoles, escuchándoles y siendo cariñosos con ellos.
Cuando estén enfadados tenemos que intentar abrazarles y si no nos dejan, podemos acariciarles el pelo o la espalda. Realizando esto conseguimos que el niño/a note que estamos a su lado y que nos importa su enfado.
Una cosa que NO se tiene que hacer es enfadarnos cuando nuestro hijo/a se enfada.
Las comparaciones con otros niños también dan lugar a un malestar en el niño/a. Evitar comparaciones hará que no se sientan mal, tristes o enfadados, y por lo tanto, su autoestima no bajará.
Valida los sentimientos, pero no las conductas problemáticas. Nuestro hijo/a tiene que entender que todos los sentimientos son aceptables pero no todas las conductas y comportamientos.
Si ve que su hijo/a tiene muchos enfados y de una manera exagerada, no dude en contactar con Cecilia Cores Psicóloga.